Desde el aeropuerto de Bcn, cansado de varios dias sin dormir lo suficiente y muchos viajes y temas en mi cabeza, soy optimista con relación al negocio turístico y más aún, a lo que la categoría de turismo rural se refiere. Es más, soy un optimista 2.O.

La diferencia entre un optimista y un pesimista, es es mi opinión, la incapacidad que tiene este último para visionar nuevas estrategias ante un mar enfurecido, que le llevará a navegar con el automatico cuando vuelva la calma chicha. Es un tripulante que abandona el barco a la primera de cambio.

Soy un optimista 2.O, porque el futuro de mi vida pasa por el mundo online. Porque los clientes son viajeros 2.O. Porque en la sociedad sigue estando la respuesta a mi ac y ap titud comercial. Y porque mi forma de pasarlo bien y descubrir nuevas cosas para el viajero y los empresarios de turismo, pasa por ese estado emocional-virtual.

El optimismo te lo aportan siempre expectativas, y en mi caso las redes sociales, me han enseñado a conocer lo que puedo ofrecer a los viajeros para que mi interés por lo que ocurra en el futuro, sea parte de mi sonrisa diaria.

Mi sonrisa, basada en el optimismo, es la misma que tiene un niño que empieza a andar en bici. Me he quitado el miedo a todo lo que rodea a Internet, y soy un optimista imparable.

Desde Bcn, casi mi primera casa, y esperando el vuelo de regreso a mi casa habitual, cuarto de la semana por cierto, dibujo una sonrisa 2.o, o sea, social, o sea interactiva, o sea multicultural, o sea como tú y yo. Es solo un ejercicio de voluntad, de voluntad de ver la diferencia entre lo que había hasta ahora, y lo que viene en los próximos años.

Abrazos para tod@s amig@s.