Todos tenemos que hacer turismo en nuestro país. Es el lema de una gestión que hizo que la fractura social nos llevara a pensar en nuestra globalización.

Ayer hablaba de las diferencias entre una cerveza o una botella de sidra, algo económicamente asumible, pero existe tanta desigualdad en la sociedad y en cada región, que hasta una cerveza se convierte en un problema social separado por pocos kilómetros.

Hace no muchos años, todos queríamos una autónomía pero ninguno queríamos gastar nuestras vacaciones en España. Era más «in» decir que habías estado en Canada que en Cuenca. Estos mercados emisores de turismo, han fagocitado la posibilidad de volver a lo territorial por mucho himcapié que cada día hagan en ello desde el gobierno central.

Para ello, no es viable a corto plazo, «comerse» las políticas autónomicas para poner en marcha una nueva estrategia turística de nuestra marca. Y todo ello, si tenemos en cuenta la pérdida de estrategia turística que sufrirá cada territorio.

El problema de haber cultivado destinos internacionales por doquier, es que la búsqueda de turistas españoles, es cada vez más complicada. Las aerolíneas sufren, los hoteles sufren, el turismo rural sufre, y todo va engranado por una política territorial de «busquemos fuera lo que no hay dentro». Así lo construimos y ahora cuando vienen las grandes ofertas, estamos todos en silencio porque para qué, sino hay quién compre nada……

Es evidente que los políticos se han ganado a pulso la tensión que nuestro país sufre cada día y el hecho de que sientan esa presión en cada ciudadano, pero existe una gran fractura social que no puede potenciar el turismo en cada territorio. No consumir nos hace más pobres, y además nos deja a merced de que en cualquier momento se nos prometa algo nuevo y en ese estado catatónico, volvamos a la senda de la lucha titánica por el territorio.

Una parte esta, que nunca debimos abandonar para evitar una importante fractura social entre la cual evidentemente, está el turismo…….