Esa clara y meridiana diferenciación de facetas que se aprecia en otros lugares del mundo, me recuerda otra historia.

A una tranquila aldea asturiana llega un turista y pregunta si tienen algo típico para comer. El lugareño, sin apenas inmutarse, pero atendiendo a su innato carácter hospitalario le dice que sí, que allí son apreciados los centollos. El turista le dice que si es posible comerlos en algún restaurante y el lugareño le responde que allí no hay restaurante, pero que si quiere le trae un centollo. Ni corto ni perezoso, el paisano baja al pedrero y no vuelve hasta encontrar un hermoso centollo y algunas andaricas. Sube y se las entrega al visitante a un precio simbólico. Se despide del turista y, con lo cobrado, se va al chigre a tomar unas sidras, echar la partida y disfrutar con los amigos.
El turista se queda alucinado por el voluntarismo de aquel hombre y su falta de visión para rentabilizar los recursos locales. Se dirige hacia él y le dice: «Pero buen hombre, tienen ustedes aquí una expléndida oportunidad de negocio». «Si decidiese explotar este recurso, podría bajar todos los días a recoger marisco que vendería a los restaurantes de la zona» «Cuando éstos se percatasen de sus condiciones como proveedor, aumentaría su trabajo y con los ingresos generados podría invertir en una furgoneta de reparto y explotar las playas adyacentes, lo cual supondría una mayor producción, que a la vez le permitiría llegar a nuevos mercados, así como contratar más personal para la administración y gestión del negocio…»
…El paisano con la mirada tranquila del inicio, sigue…» y entonces a partir de la facturación de esta actividad empresarial y una vez atendida por parte de la sociedad creada, los pagos de personal y proveedores, amortización de la inversión, intereses del préstamo, ingresos trimestrales a cuenta del impuesto de la Renta, pagos de la publicidad, pólizas de seguro y gastos varios, asignado el fondo de reserva…. Con los beneficios netos obtenidos, vendría a tomarme unas sidras, echar la partida y disfrutar con los amigos».

Ya ves, ahora tan sólo falta que sustituyamos sustantivos a los elementos y personajes de la historia, de acuerdo a una estricta visión empresarial moderna: vendedor/prestatario-comprador/usuario, inmovilizado, proceso de producción, recursos turísticos, beneficio de la inversión, cash flow, marketing viral, análisis DAFO…
Efectivamente, nuestro carácter dice mucho de las oportunidades empresariales de nuestra región.
Salu2

PD. Por cierto, el turista decidió emprender el negocio alumbrado al, ahora, vecino, y ahí está: distribuyendo marisco irlandés (por eso de la globalización y los costes) a nuevos mercados (bodas, actos oficiales de inauguración…) y luchando por diferenciarse de la feroz competencia, mientras busca un hueco en su PDA para tomar unas sidras y disfrutar con los amigos.

El principio económico «Eficiencia de Pareto», es aquella situación económica en la cual se cumple que no es posible beneficiar a más elementos de un sistema sin perjudicar a otros. Pues bien, si ayudamos a quien nos pide ayuda y aparcamos un minuto al cliente que atendemos al momento, lo más probable que el primero vuelva a visitarnos, repita y quede satisfecho y el segundo verá con agrado que hemos hecho bien la labor. A ambos le sacaremos rentabilidad y volverán. Rentabilidad y atención vienen juntos de la mano si queremos que vuelvan. No debemos cambiar, seguiremos siendo amables, atentos y ayudando, para hacer «profit» ya tendremos tiempo, esto es consecuencia del primero. Si esto no sucede en Cataluña, también lo entiendo y lo respeto, al final, se trata de dar un buen servicio y tener rentabilidad, pero uno no exluye a lo otro.
El secreto está en que quien venga repita y luego diga lo bien que fué atendido.
ANGEL MARCOS MORÁN

Buenas Juan, ¿has llegado a esta conclusión después de ser cliente de cuantos negocios catalanes? Es curiosidad…

Esto me recuerda al marido de una amiga de mi mujer, que vino asustado a Barcelona porque se pensaba que no se entendería con nadie porque todos hablamos catalán y nos negamos a hablar en castellano. Os aseguro que en Barcelona es mucho más fácil encontrar negocios donde se atiende en castellano «por defecto» que encontrar negocios donde te reciben con el catalán.

Acabo de comentar el tema con Pedro, que es asturiano, y dice que tienes razón en el tema de la amabilidad. Una de dos, o estoy acostumbrado a la falta de amabilidad y no la considero como tal o he salido demasiado poco y no he descubierto la amabilidad de Asturias (u otros sitios).

@Pedro Qué bueno y explícito!!
@Jordi Voy muchas veces a Cataluña

saludos

Juan