No es comparable en cuanto al trato que se deriva de dicho suceso, pero si tiene un cierto proceso que te hace ser complaciente con tu cliente, en el supuesto de un trato desagradable del mismo. Dudo que sea al revés, ya que cualquier persona que sea tratada de forma incorrecta en un establecimiento turístico, es más que probable que no hable bien del mismo, con lo cual no existe dicho síndrome. Pero sí el empresario, rehén algunas veces de situaciones que se centran en dos partes:1- La educación y 2- La rentabilidad.
La educación porque empresarialmente debes mantener una corrección, y 2- La rentabilidad, porque los clientes son los que hacen que tú negocio sea más productivo. Ambas facetas, te hacen ver la posibilidad de encontrar después de esa visita, otra que te resulte más agradable. Es la liberación de un cliente para encontrarte con otro. Este año, he tenido solo un síndrome de esta naturaleza, pero he tenido hace años algunos que realmente esperabas que escogiera otro destino.
Creo que esto nos pasa a todos los empresarios de turismo. El cliente siempre dice: hay otros lugares a dónde ir, y el empresario puede decir: ya vendrán otros clientes. Al empresario le quedará el síndrome de pensar que a través de este cliente habría hecho una campaña de buzz marketing, boca-oido, o como se quiera llamar, importante, y habría sido amigo suyo para siempre, y al cliente, le queda el sabor de algún recuerdo bueno del verano que contará varias veces de regreso a la oficina.
En fin, síndromes de varios tipos, pero siempre echando de menos algo..
Juan Otero
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