El artículo que leo en Wired, me obliga a reflexionar sobre lo que las tasas de carburantes que Marc Vidal explica perfectamente en su blog, pueden llegar a originar. Independientemente del sector en el que estés, el que a un alojamiento rural vayan tres coches cuando son seis personas en total, te obliga a replantear los desplazamientos. El que a un hotel, tengas que irte un día u otro en función de determinadas subidas, también debes tenerlo en cuenta. El que tomes un avión un día u otro, también varía su precio en función de los carburantes. Los carburantes y el Euribor, al 5,5 hoy, empieza a hacer que tengamos que replantear nustros objetivos turísticos.

Creo que nadie debería quedarse sin vacaciones, y si otros años había personas que en España no descansaban, este año el planteamiento va a ser diferente. Si habrá vacaciones, pero más cortas. No pasaría nada en la economía, si se pudieran subir a estos periodos cortos, más personas. Sería algo así como que prefiero que en mi tienda entren más clientes, pero que la caja sea igual que si entraran menos y la compra por persona fuera mayor: más en volumen que en valor.

Los empresarios de turismo, debemos empezar a plantear nuevas iniciativas para ese volumen, que ya no valor. Debemos empezar a considerar la posibilidad de que viajen todas las personas, a unos menores costes, e incluso teniendo una serie de condicionantes el propio viaje, para que puedan además de descansar, colaborar a la rentabiliad de un alojamiento. Debemos educar a los viajeros sobre como conseguir también ellos una mayor rentabilidad en sus desplazamientos.

Como nadie nos va a ayudar a contrastar estos informes, pero es el propio consumidor, o sea, cualquiera de nosotros, quien puede hacer girar parte de esta situación, debemos empezar a articular los mecanismos necesarios para que todos viajemos, y para que ese número de viajeros que no lo hace, no se convierta en una plaga, que al estilo de los datos económicos, empieza a consolidarse como parte de la situación futura. Nos solo es el barril, ese es una más de las patas de esta silla, que quizás nunca estuvo bien encolada.