Nunca he tenido una gran fe en esa palabra desde el punto de vista mercantil y es que realmente no sé lo que signifca aplicada a la enseñanza empresarial. Si creo en ella desde el punto de vista espiritual, como parte de agachar la cabeza para pasar por la puerta, fruto de la humildad. En los tiempos que corren, los periodistas, las empresas, las escuelas de negocios, y el ciudadano de a pie, ha dejado de retroalimentar esta palabra en boca de muchos conferenciantes, para dejar paso a los emprendedores y empresarios que conforman nuestra geografía.

La razón es bien sencilla. Un llamado «gurú», puede darte una fantástica charla, pero no te va a enseñar a que tu idea de negocio sea más interesante para el banco, para tus clientes e incluso para tí mismo. Es más, mientras come opíparamente de los asistentes a sus ideas, tú te tomas Almax, y recoges más pelo cada vez que te lavas la cabeza. Es lo que Trias de Bes, llama acertadamente El día negro del emprendedor, o sea 365/24 horas» negros».

De hecho, en Turismo, es muy interesante leer muchos blogs que existen no solo en Asturias, sino en toda España. Podrás vivir in situ, la práctica y no la teoría, la realidad y no la ficción, la apuesta real y no la que te quieren contar. En la era en que vivimos, ya no existen gurús, ni personas que predigan nada, porque el único que lo sabe, es quien arriesga su piel todos los días, y casualmente te lo puedes encontrar paseando por cualquier calle de nuestra geografía, al igual que los clientes que a él lo hacen más rentable, que son los que te encuentras todos los días. Míralos a la cara, y piensa si lo que quieren es escuchar una charla, o vivir una realidad. Yo personalmente me quedo con lo segundo, y es que en turismo se me antoja necesario seguir viviendo no solo de el cliente, sino con el cliente.

Esperemos que gurú sea una marca que podamos utilzar todos.