Me levanté con la intención de quemar dos montones de leña que había cortado un mes antes tal como se ven en la foto además de uno a mi espalda. Era el momento clave para terminar con el objetivo de limpiar uno de los laterales de la casa. Decididos, mi mujero y yo llevamos cartón, una caja rota, periódicos y un mechero. Una meta pequeña y determinada.

Focalizados en los dos montones grandes, no éramos capaces de avivar el fuego de tal forma que pudiéramos quemar lo cortado y hacer otras tareas. Estábamos perdiendo el día y ese objetivo era inalcanzable. Mi mujer me planteó una meta realizable: hacer un montón pequeño como el de la imagen, avivarlo y poco a poco a medida que se consolidara, ir pasando los otros montones a este.

Fraccionamos el reto en pequeños objetivos y conseguimos quemarlo todo en un tiempo record. No solo pudimos quemar ese «objetivo» que sino segamos todo el prado y aún verde, quemó quedando todo el área más limpio,  más amplio y con una mejor vista. Esto nos ayudó a seguir haciendo más cosas el resto del día. Me acordé de Henry Ford: «Nada es particularmente difícil si lo divides en pequeños trabajos’.