Estos días,tengo el gusto de tener en una de mis casas ,una niña de tres años con una  minusvalía, que no le permite moverse de forma autónoma.Su padre Holandés y su madre Catalana lo llevan con gran emoción. Y emoción es la palabra que nos produce ver a Julia reir todos los días.Se entera de todo,es realmente preciosa y tiene una amplia sonrisa constantemente,vamos te cautiva en un pis pas.Esto me demuestra que la alegría no tiene nada que ver ni con el dinero ni con la salud.Es un resorte interior por la forma en la que tu quieres transformar el exterior. El resorte de Julia es pensar que riéndose es la atracción de todos y que así se comunica mejor.La inteligencia de esta niña me hace pensar que el no moverse no es una opción para no disfrutar de todo lo que disfrutamos los que no tenemos su problema.Julia iba a estar en otra de mis casas pero le cedimos ésta sin saber lo de la minusvalía, y resultó ser mejor, porque no tiene muchas barreras para su movilidad. A partir de ahora tendré muy en cuenta el adaptar las casas a personas de reducida movilidad, ya que creo, el turismo rural además de su encanto , que no es poco, debe servir a toda la sociedad y ésta no esta solo en los que nos movemos de forma normal. Gracias Julia por enseñarme con tu sonrisa las amplias posibilidades para moverme que tengo, lo fácil que es sintonizar con todo el mundo, y las decisiones que deberé tomar acerca de escenarios como el tuyo.Aprender de un niño minusválido es doblemente ejemplarizante por dos cosas:1:su lógica no esta viciada, y los pensamientos son rápidos y limpios. 2:Piensan en lo que creen que deberían tener,no por capricho, sino por necesidad fisiológica. Y esta necesidad fisiológica se convierte en una obligación para los profesionales que les atendemos. Asi pues, adaptemos en la medida de lo posible nuestros alojamientos a las personas minusválidas.