Cuando rellenas los trámites de algo que tiene fecha de caducidad, siempre piensas en los trámites. Para mí, además de los trámites, existe un parámetro que es el que puede inclinar la balanza y que cada día es más evaluado: el concepto. En estos momentos, existen subvenciones que siempre tienen en cuenta el concepto. Puedes cumplimentar todo, estar en plazo, e incluso entregar más de lo pedido, pero hay de tí si te equivocas en que lo tú quieres contar no es lo que la administración quiere oir.

Siempre pasamos la vida pendiente de los conceptos, y es que estos definen muy bien lo que tienes que decir, no lo que quieres decir. El matiz es abismal, pero debes empezar a ajustarte a lo que te piden. Esto te obliga a replantear todo lo que  quieres hacer en función de para que lo quieres hacer. No es lo mismo publicidad que comunicación, ni posicionamiento que marketing. Pueden tener una cierta relación pero no se ajustan al concepto pedido.

A partir de ahora, y cuando rellenes un trámite administrativo para pedir algo, debes saber lo que quieres pedir. En un momento en el que todo se mira con lupa, el acertar en el concepto es fundamental. A mí me resulta más estresante esta parte del proceso, que todo lo demás, y es que dependes de tu capacidad para ajustarte a lo que se pide. Y es que, lo importante del proceso es la criba del concepto. Cuantos más fallos conceptuales, menos para repartir la tarta.

Así pues, fíjate bien en lo que hay que decir, no en lo que quieres decir….