Hace años que leí el libro de Dan Baker, Lo que sabe la gente feliz, y me di cuenta de que parte de la felicidad está en el transporte retrospectivo de nuestra mente. Quizás, la virginidad del espíritu permite esa felicidad y liberación. ¿Y qué relación tiene esto con el turismo rural?. Muchísima, y con cualquier categoría de turismo u otro trabajo. Personalmente siento un gran atractivo por oler los libros, y es que mis padres tuvieron una librería en la que pasé grandes temporadas. No en vano, los ingleses han creado un club de olfateo de libros, para cultivar el olfato, y eso es lo que he procurado hacer muchas veces: cultivar el olfato para sentirme mejor.

Un cliente, me decía en las casas este fin de semana:- Juan, no me apetece salir del baño.-¿Por qué?.- La loza que habéis puesto, me recuerda a la infancia que pasé en el pueblo de pequeño.- Si, es una imitación cuasi perfecta de lo que se llevaba en aquella época que vuelve a estar de moda.- Que va, Juan, las cosas que te hacen sentir bien al momento y no puedes dejar de vivirlas, no son modas, son bálsamos para la mente.-Si, es cierto, una casa rural debe evocar modernidad pero también las vivencias de las casas antiguas, y en eso el continente tiene mucho que decir. El contenido es más fácil, lo compras y punto. El continente es otra historia.- Pues ha sido un rato muy agradable al margen de todo lo que implica vivir el turismo rural. Un baño me ha hecho más bienestar viéndolo que usándolo.En fin, los recuerdos de la infancia nos transportan a un lugar feliz al que volver hoy con el ritmo de vida que llevamos, resulta realmente difícil. Las empresas deben lograr ese bienestar, porque influye claramente en su rentabilidad e imagen externa.