Erase una región muy bonita, verde, llena de manzanos y con una gran actividad agrícola y ganadera. Era un lugar donde estas actividades suponían una parte importante de la vida diaría de sus habitantes. Era un lugar donde nadie pensaba en un futuro diferente. Como todo en la vida, siempre hay un momento de involución basada en la negación a la evolución y a este lugar le pasó algo así.

Sus habitantes crecían y querían irse a vivir a otros lugares más masificados, con tráfico, tiendas, otros empleos diferentes. En fín, la oportunidad andante para ese manzano que no quería vivir en su lugar de origen. Llegó a estudiar en la gran manzana, hizo muchos amigos, encontró un trabajo de broker, ganaba dinero, pero le faltaban sus orígenes.

Un buen día y cansado de no ser para lo que había nacido, vuelve a su lugar de origen y ve que todo ha cambiado. Casi no existen familiares, sus amigos no están y se encuentra solo. Decide emprender la tarea de empezar a plantar algunos árboles para ir formando una pequeña comunidad como cuando era pequeño y seguir manteniendo sus «raices» allí donde había nacido.

Al intentar hacerlo, se da cuenta de que todo ha cambiado. En la Consejería le exigen x metros de terreno para una manzana D.O. que antes no existía, y que a él le gustaría tener como elemento diferenciador de su vuelta a casa para enseñar a sus amigos que viniesen de otros lugares a visitarle.

Como le encanta su región, sus orígenes y lo que estos significan en su vida diaría, acudió a un vivero, compró los manzanos DO, los plantó con sus amigos, y los enseña encantado como una parte de lo que esa bella región signifca en su vida.

Moraleja: El Manzano estaba en una ciudad cualquiera, pero tenía una ilusión: la de colaborar a que su tierra volviera a ser como antes. Dicen que un grano no hace el granero pero ayuda al compañero. Mi ilusión es tener los árboles plantados en Diciembre, cuando toca. Me iré a Villaviciosa, me comparé algunas variedades y remataré una fantástica finca de manzanos que me ha dado 1000 kg este año. Y de paso, se lo enseñaré a los clientes de las casas rurales. Ya no son los 60 Euros que me cuestan, porque es pecata minuta. Es la ilusión de las personas que quieren esta tierra y que aportan su grano de arena día a día. Esa mecha encendida que no debe tener cortapisas, solo caminos muy abiertos para que quepan las intenciones de todos los que queremos que Asturias sea un paraiso.