Hay un diálogo que forma parte de las entradas que hacen los clientes en los fines de semana, aunque a determinadas horas de la noche también ocurren.
El cliente a su llegada:
– Me gustaría comprar pan y algunas cosas para la cena.
– Me temo que tendrás que cenar fuera. El domingo está abierto solo hasta el mediodía. Luego todos los comercios cierran.
– Y si quiero comprar alguna cosa?
– Me temo que tendrás que esperar al lunes…… Y eso sí, en las horas que todos conocemos. Ni un minuto más.
Conclusión: Vivimos en un país con horarios, donde los servicios a los cientes tienen fecha y hora de caducidad y no permite ni crear más empleo ni facilitar un ciclo económico más interesante. En USA es posible comprar muchas cosas a horas intempestivas y en días en los que en España muchos estamos durmiendo. En mi caso y pensando en Turismo Rural, no entiendo porqué uno no puede comprar una barra de pan o un litro de leche a las seis de la tarde de un Domingo. O un perfume porque es el día de tu aniversario y se te olvidó comprar un regalo. Tenemos que cambiar nuestra mentalidad y profundizar en la importancia de tener no solo nuestros alojamientos abiertos, sino todo lo que rodea al negocio de los mismos. Vuelvo a decir lo mismo: Tener negocios en un entorno rural, no implica que los servicios a clientes sean rurales.
Juan Otero
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3 Comentarios
Algunos estamos disponibles 7/24 😉
Me consta Luis. Tu sentido empresarial sería igual dependiendo de la ubicación. Es cuestión de mentalidad y esa aunque la cultivas, naces con ella.
abrazos
Juan
Me consta que algunos alojamientos rurales ofrecen a sus huéspedes un «welcome pack» con productos de primera necesidad para que por lo menos puedan desayunar algo. El paquete se compone de leche, azucarillos, café instantáneo y zumos envasados. No son raras las llegadas tardías o en vísperas de festivo. Me parece que los propietarios deberían disponer de estos productos para ofrecerlos gratuitamente o a cambio de un pequeño suplemento. En algunas casas de Portugal se entrega el pan en la puerta cada mañana.
Digamos que hay que hacer feliz al cliente y si se ha olvidado de llevar provisiones o no es posible comprarlas, el propietario del alojamiento tendría que evitarle desplazamientos. Se trata de agradar y convencer con pequeños detalles.