Desde pequeño, me gusta mucho la playa. Desde pequeño no he sentido un gran atrativo por conocer las montañas. Quizás todo sea porque cuando somos pequeños nos llevan a los lugares y cuando eres mayor tu vas a los lugares. Ahora tengo la sensación de que la playa cada día me seduce menos: masificación , el sol cada vez peor, y otras alternativas. No quiere decir que la montaña como deporte me seduzca , pero si encuentro en la interacción con el medio rural en general, una sensación de bienestar.

Antes, me apresuraba a ir a la playa. Casi esperaba el día D como algo no negociable. Ahora, puedo pasarme un par de horas y cansarme de la misma. Antes me pasaba horas y horas en la playa,  era como una droga. Ahora me quedo en el medio rural, y tengo muchos alicientes. El hecho de escuchar un pájaro o ver pastar una vaca, me permite recrearme durante un tiempo, y permitir que las visiones y olores de ello, mantengan mi cerebro conectado con el lugar rural.

La playa tiene un halo de egoismo en sus servicios. La montaña no, es todo altruismo. El llegar a cotas altas , te permite mantener un reto contínuo con el medio, y tratar de negociar el día siguiente, después de una lucha constante. La playa es sana en dosis pequeñas, pero muchas personas buscan un bronceado como pase para la cena nocturna. En la montaña recuperas el equilibrio entre lo que eres y lo que quieres ser, sin necesidad de sufrir por ello, como sí ocurre en la playa.

Creo que la montaña nos hace más serenos, optimistas y altruistas, y la playa nos hace más nerviosos, pesimistas y egoistas. La primera porque no tienes que hacer nada , para parecer nada. La segunda porque el bronceado es el leif motiv de la misma, y eso supone una estresante forma de vivir dos meses de verano.

Este fin de semana conocí a dos montañeros, y concozco a varios. Tienen un semblante más pálido que los playeros, pero más sereno. Algo tiene la montaña que convierte en agradable lo desagradable y en tranquilo, lo estresante. Es cuestión de gustos se dice, aunque creo en este caso, es cuestión de madurez.