Me comentan hoy, que un proveedor regala un producto tecnológico para paliar la diferencia de precios entre operadores. Aún recuerdo cuando regalar tecnología era uno de las opciones a los clásicos regalos de Navidad. Poco a poco, los consumibles han pasado a formar parte de muchas de las formas de promocionar un producto, lo que ha hecho perder fuerza en el mercado tanto al producto como al valor añadido.
Los regalos al consumidor, deben tener un carácter de exclusividad y la tecnología salvo determinados productos, ya no es exclusiva. Cuando pasa a ser una utilidad diaria, pierde el valor que se le da como regalo. Cuando una empresa de turismo regala algo que no es exclusivo y que está al alcance del 90 % de la población, no está utilizando el valor añadido como un reclamo.
En los tiempos que vienen, los valores añadidos tienen poco hueco en la decisión de compra de los clientes. El precio, es el eje sobre el que pivotarán la mayoría de estas decisiones. Puedes ser muy orginal en tus planteamientos, pero para el 75% de tus clientes, el precio es lo más original posible. Es más, es tan orginal este regalo que solo tienes que decirlo desde el primer momento que te llamen…
Juan Otero
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