Hay algo que tengo claro, vamos clarísimo. El empresario siempre está preocupado de lo que ocurre en su negocio. El empleado, las ocho horas que dura el embite diario. Cuando hablas de cliente interno en turismo rural, hablas del empresario. Cuando hablas de cliente interno en otras categorías de turismo, hablas del empleado. El empresario tiene la convicción de que sin su aportación diaria, el negocio no funciona. El empleado tiene la convicción de que al salir por la puerta y hasta el día siguiente no volveré a tener relación con mi trabajo. Si tu lees un libro de bienvenida en un hotel, el presidente/a, te da la bienvenida. Cuando bajas a la cafetería a cenar un bocata, todo son problemas. ¿porqué?: porque al empleado le da más de lo mismo. Al empresario no, porque su negocio es que tú no solo te comas el bocata, sino de que te sientas como en casa, porque en ese momento es tu casa.

En turismo rural, la mayoria de los alojamientos los gestionan los propietarios, salvo que tenga un complejo que exceda de la norma. El propietario de alojamientos rurales tiene muchos días negros y solitarios, y como tal, quiere ver el «blanco» en los clientes. El empresario de Turismo rural, te recibirá a la hora que sea con una sonrisa en la boca, y te dejará sal, aceite o lo que necesites, aún pasadas las 23:00 y aunque esté «cerrada» la cafetería. El empresario de turismo rural, te ayudará a descargar las maletas aunque no estés en un 5*, porque para él, tu eres la estrella que hace que su negocio brille. Y el empresario de Turismo rural, siempre estará encantado de facilitarte lugares para visitar, cenar, etc, etc, porque como lugareño los conoce a la perfección, es más suele comer en ellos a menudo.

En fin, un poco de cliente interno visto por un empresario que ve en el turismo rural además de lo que todos vemos, la dirección y alto grado de implicación de todos los que un día decidimos cuidar de forma personal las vacaciones de muchas personas, algo que exige una gran responsabilidad.