Me llega el anuario del Icte y a vuela pluma hay dos cosas que me llaman la atención: 1- Que Asturias está en la séptima posición de todas las CCAA en cuanto a implantaciones de la Q de calidad en el año que ha pasado, lo cual pone de manifiesto nuestro interés en tener un sistema que nos ayude a mejorar contínuamente de forma obstensible, y 2- Que en todo el anuario no veo a ningún empleado de las delegaciones. Eso si, fotos de la central, a diestro y siniestro. Esto me lleva a pensar que desde la central no se valora en exceso el trabajo descentralizado de los territorios, y me lleva a pensar que la central, sin ellos no sería lo mismo.

Y no sería lo mismo, porque las personas que se parten el pecho en pro de difundir al máximo la actividad del Icte, están en cada territorio. Sin ellas y ellos, no sería posible que esta marca, que tiene actitudes y aptitudes brillantes, consiguiera altas cotas. A veces, uno llega a pensar que cuando se esta arriba, es bastante difícil mirar para las patas que sostienen el sillón en el que te sientas, hasta que te caes por tu propio peso. Cuando una empresa hace equipo, vela porque todos sus empleados sientan el respaldo de su gestión, que no es ni mejor ni diferente a la de otros miembros del equipo.

La Q y el Icte son un buen equipo, pero les falta que integren en el mismo, a las que hacen que ese equipo funcione con fluidez y que dan la cara en pro de una empresa, sea cual fuere su cometido. O sea, en ese anuario, ni están todos lo que son, ni son todos los que están, y es que sinceramente me habría gustado una pequeña mención para los peones del tablero, porque en esta mención estamos representados todos los que optamos por este sistema de calidad y que día a día les confiamos la mejora de nuestra gestión, que no es otra que la que nos ofrece dicho anuario, y es que Sr. Mirones, la caridad bien entendida, empieza por uno mismo.