Ayer me enviaron de la Fundación Cetic, las fotos de la oficina virtual que abrirá Gijón en Second Life. Tiene un aspecto fenomenal y de en mi opinión, les servirá para además de llegar a un público muy tecnológico, ver la posibilidad de que se pueda crear una marca de afuera a adentro, no viceversa, sin olvidar lo que implica estar siempre en la vangardia de las tecnologías.

500.000 usuarios diarios de una plataforma que está empezando, puede ser un dato a tener en cuenta por todos los que tenemos un proyecto en Internet. Si como dice su creador Philip Roseadle, Second life es un país no un videojuego, el turista estará en ese país y viajará por ese país con todo lo que esto conlleva como área de negocio y catalizador de marcas. Estoy de acuerdo en que es un MMOG( massively-multiplayer online game), pero cuando se incorpora un intercambio de negocio, y el dinero es tan real como en la vida misma, la misión cambia y se convierte en un producto con otra orientación muy distinta.

Turismo de Gijón, se ha mostrado muy proactiva en este cometido. Estoy seguro que mientras dure este proyecto, que pude ser uno más de los tantos que el 2.0 tiene en marcha, y esperando los que están en cartera, Asturias se verá reflejada en un mundo que ni en los mejores proyectos tecnológicos podrán superar a la realidad. Lo importante de lanzamientos como el que hace Gijón, es que su cadena de valor, que esta si es implementada de forma física pero para un proyecto tecnológico, no tenga lagunas y deje a merced de las teclas de un ratón, una imagen distorsionada.

Si desde mi punto de vista, pienso en crear un mundo virtual desde 0, pero rural, en el que después del terreno, cada uno puede colocar sus animales, sus árboles, su casa, e incluso sus vecinos, quién podría no llegar a pensar que dicho metaverso no lograría un posicionamiento de mercado más atractivo que el real, y que aportara una estructura diferente al mundo rural, donde todo parece basarse en alojamientos. En el mundo virtual  no existe la palabra riesgo ni compromiso total con lo que te rodea, porque parece que al apagar el ordenador se acaba tu vínculo. Esto, que duda cabe que hace volar tu imaginación y te permite estar menos viciado en los pensamientos. Quizás para redescubrir como podría ser un entorno rural próximo.