Ayer, cuando me entrevistaba en La Nueva España, mi hija estaba presente. En un habitáculo reducido, manejaba una réflex de forma cuasiprofesional, utilizaba su blackberry de forma espontánea, y me hacía una pregunta: ¿los periodistas aún siguen escribiendo en papel?. ¿Sabéis lo que hizo inmediatamente nada más salir de la redacción?: subir todas sus fotos a Tuenti. Hemos ganado  la capacidad universal para conectar con el ser humano, independiente del medio, y esto origina un levantamiento social. Así pues, la democratización de la información y la igualdad de la influencia está servida en los nuevos nativos digitales.

Ahora existe una vocalización muy importante y de forma sonora que se llama sentimiento. Los empresarios, turísticos también, deben empezar a aspirar a Antropólogos, Sociólogos y Etnólogos. La venta de muchos de los productos tecnológicos que llevan a una mayor amplitud de nuestros negocios, no es otro que el levantamiento social de los jóvenes, lo que motiva un nuevo cambio en la comercialización de los productos.

El comportamiento de cada comunidad dicta las estrategias, y ayer, mi hija entendía que en una comunidad llamada prensa, ella debía poner en marcha una serie de estrategias para que las personas con las que se comunica, estén al corriente de ello. El reto es que las comunidades ganan protagonismo y ese Tsunami Social obliga a las empresas e instituciones a prestar mucha atención a lo que ocurre.

La tarea de identificación de quiénes somos y quiénes queremos ser normalmente documentado es una declaración de misión, pero no está incorporada en nuestras interacciones diarias. La mayoría de los empresarios turísticos, no tienen una clara misión en los social media y evitan el Tsunami Social Media, lo que infuirá en sus negocios. Los Social Media convierten la humanización en un negocio de futuro, y mi hija me lo demostró ayer en su interés por incorporarse a la entrevista. Si, quieren participar, no quieren ser sujetos pasivos. Les encantan las emociones y los lazos que hacen con ellas. Con ello, humanizan las marcas y los procesos de tal forma, que rápidamente se incorporan a la cadena de valor.

En este caso, mi hija daba a los «consumidores» algo para hablar de. La empresa permitía a los empleados compartir talento. Y mientras, yo me convertía en juez de una interconexión social que antes no existía.