Hace años pensaba que el mercado se autoregulaba. Craxo error por mi parte. Este año, existe un claro reposicionamiento de precios en la mayoría de las grandes empresas de este país, y en turismo no iba a ser menos. Todos buscamos los precios y el posicionamiento de los demás competidores y yo ya no sé si lo que interesa es la marca del producto y todo lo que rodea al mismo, o el hecho de comprar más barato. Osea, que te vas a la pantalla y empiezas a buscar precios con la finalidad de lograr irte al campo ese fin de semana o ese puente o esas vacaciones. Es evidente que existen muchos productos que no son fácilmente regulables, y es que un buen restaurante no va a cobrar un menú degustación lo mismo que en un chigre se toma una tapa de queso. Esto requiere cirugía humana, económica y de prestigio y punto. En los alojamientos, es casi parecido, pero al estar tan atomizado, no logras evidenciar esta situación: salir hay que salir, y muchas veces da igual la marca y los atributos de la misma: el caso es salir de casa, y sino que me lo cuente muchos que viven del turismo sin que se aprecien estos atributos. Cuando se empiezan a reposicionar precios, valen escanciadores de sidra en casa, perros hambrientos de sofá, despedidas de soltero/a, y ese interesante nicho de mercado operativo en tiempos difíciles. Lo importante es que el cliente te alquile la casa. Personalmente, pienso que el alquiler de un alojamiento rural, es mucho más que un resposicionamiento de mercado, y su marca de identidad no debe ser objeto de mercadillo. Las ubicaciones son interesantes, pero todo lo que las rodean tiene muchísima más importancia. Valorar este concepto es no poner precio a un producto de calidad y al final todo vale lo que vale la persona que lo diseña y que te ofrece algo que no está en el mercado. Esa es la diferencia, que por cierto es una gran diferencia.
Juan Otero
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2 Comentarios
Querido Juan, bienvenido al mundo real. Yo también pasé mi pecado de juventud «neoliberal». Me tragué un panfleto titulado «Mañana el capitalismo» de Henry Lapage que era todo un tratado acelerado sobre las maravillas que predicaba la escuela de Chicago, Milton Friedman por medio, y las maravillas del capitalismo. Me duro lo que un sarampión. Lo que importa es la persona no «the money» y la economía únicamente tiene sentido al servicio de los seres humanos.
La realidad es otra y muy distinta, el mercado no se autorregula, simplemente los tiburones se comen a los pececillos. El capitalismo es lisa y llanamente «la ley de la selva» aunque al final y como ocurre en la actualidad, los que se casi se cargan el sistema financiero por pura avaricia pierden el culo para correr a que el denostado papá estado les solucione el problema.
Por lo que se refiere al negocio en que te mueves y del que va este blog pues pasa un poco lo mismo. Si tienes suficiente «cash» puedes tirar los precios esperando que la competencia se vaya muriendo poco a poco por consunción. Ya habrá tiempo de recuperar.
¿Qué se puede hacer en estos casos? A parte de aquilatar los precios al máximo incorporar valor añadido a nuestra oferta. Creo que tienes algunas buenas ideas y que es por donde se debe caminar, a mi se me ocurren algunas otras pero, desde luego, no las voy a pregonar a diestro y siniestro en un blog que lee hasta la competencia. Tiempo habrá de comentarlas gin-tonic por medio.
Un abrazo
Pedro
Hola Pedro, si el Jueves Gin-tonic, of course. La lectura del blog siempre la he visto como que compartir el conocimiento era importante. Por momentos me canso de esta premisa y pienso en hablar de nada o de casi nada, que dicho sea de paso, es lo que vengo haciendo casi dos años:)
Nos vemos el jueves Pedro!!!
Abrazos
J