Hay una frase lapidaria del general Norman Schwarzkopf, y es que todos sabemos lo que tenemos que hacer pero lo difícil es hacerlo. Esto es desde el prisma militar o empresarial, y es que al fin y al cabo las estrategias son muy parecidas. En Turismo todos sabemos que hacer, pero a la hora de hacerlo, creo que todos vamos en el mismo carril, y nadie hace muchas cosas que cree que tiene que hacer. La diferencia, la marca el cliente que si tiene claro lo que tiene que visitar, dónde comer o que productos comprar.

El cliente tiene muy claro una cosa, y es que su tiempo de vacaciones tiene que ser aprovechado al máximo, y así lo lleva a cabo. El empresario de turismo rural, cree que tiene que hacer cosas, pero no acaba de hacerlas: indicarles rutas, restaurantes, carreteras alternativas y la posibilidad de encontrar nuevas funcionalidades a la figura del Alojamiento, a través de la interacción entre ambos, pueden ser algunas, pero existen muchas más.

Durante esta Semana Santa he visto más turistas que nunca, más lleno en los restaurantes que nunca, más coches en la carretera que nunca, y todo se debe a que el turista sabe muy bien su objetivo. Los empresarios, debemos empezar a leer entre líneas la llegada de los clientes, y procurarles una convivencia diferente, profesional y dirigida en algunas áreas. El dominio de una profesión, pasa por que muchos clientes sigan tus consejos, no solo porque lo sabias, sino porque también lo ponías en práctica. Esa práctica es la que el empresario debe empezar a vivir con sus clientes.

Cada día más clientes confían en nuestra gestión y me he dado cuenta de que la diferencia está en que sabemos algunas cosas, y las ponemos en práctica, algo así como el Just Do It de Nike.  Eso sí, nuestra evaluación es contínua.