Carta a mi padre: El colegio no me gusta, porque eso que dicen que a los niños les gusta el colegio, es solo para los pequeños. Cuando tienes más de 12 años, no conozco a nadie que diga lo contrario. Existen grupos divididos, a veces me esfuerzo mucho y no saco buena nota, y me gustan mucho los gadgets, algo que los profesores no conocen.
Esta es la parte como emprendedor que soy, que más me hizo reflexionar ayer cuando mi hija me la deja en mi despacho. Lo otro era la parte cariñosa e íntima de lo que una hija le dice a un padre. Cuando leía la carta, me ponía en situación de cuál es la realidad de los niños en los colegios, y cuál es la realidad de los niños fuera. Agrupados en tribus en clase, poco participativos, tecnología blindada, y profesores poco instruidos en la participación, gestión y consideración de las comunidades online.
Que un niño no quiera estudiar cuando saca malas notas, me preocupa relativamente. Que un niño quiera dejar de estudiar cuando saca buenas notas, me preocupa bastante. Que un niño no haga preguntas a profesores sobre la tecnología y el profesor lo haga de motu propio, me preocupa relativamente. Que un niño haga preguntas a profesores o personas que deberían estar más preparadas sobre tecnología, y no le respondan adecuadamente, me preocupa y mucho. Que un niño no considere que un evento de emprendedores es un lugar para visitar a menudo y que los profesores no se lo expliquen, me preocupa relativamente. Que un niño considere un evento de emprendedores el punto de partida de su interés por la sociedad y sus profesores no hablen nunca de emprender, me preocupa y mucho.
La enseñanza sigue siendo un espacio blindado, de autoridad, y con participación dirigida solo al conocimiento que se compra en un papel a principios de cada otoño. Esto, choca con lo que la sociedad demanda, y con el interés que los nativos digitales exigen tanto al continente como al contenido. Muchas de las conversaciones se hacen en espacios no escolares, y se agrupan en tribus que les permite actualizar lo que en el colegio no les enseñan o no les permiten conocer. Esto, ocurre en los trabajos y en las administraciones. Se coartan determinados espacios y luego se les pide a los ciudadanos participación. Se les dice, no utilicéis los móviles en el colegio, y luego se promueve la conexión a los Social Media como parte de una civilización Always On.
Me preocupa lo de “estudiantes a la fuerza“. Me preocupa la ignorancia de muchos profesores en la nuevas tecnologías. Me preocupa que se fomente la participación, y luego te “capan” cada actividad que haces en un entorno determinado. Las Administraciones están obligadas a cambiar, y están obligadas a tener personas que conozcan lo que implica ese cambio. Los niños ya no quieren un modelo unidireccional, ni consideran que los atriles son el lugar en el que uno explica los movimientos sociales. Esta actitud, no fomenta comunidades online serias y responsables. No fomenta un modelo de emprendedor con derecho no solo a opinar, sino a necesitar asistencia más allá del papel que lleva en su mochila todos los días. Si al final la educación no lo entiende, el niño buscará otro pupitre que le permita participar. No será socialmente el que te ofrecen los padres anclados en un modelo, pero sí será el que te podría dar una sociedad más avanzada, sin barreras de entrada como ofrece la Red, y personas que quieren pasar a la acción empresarial. ¿Quién detecta estas oportunidades y hace sonreir al niño?: El padre, el profesor, tus amigos. Difícil tarea para esta sociedad en la que como reza la foto de arriba, los niños ya están cruzando……
Juan Otero
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2 Comentarios
Todo estudiante que se salga de la “norma” es un mal estudiante. O no se esfuerza lo suficiente. O incluso… tiene problemas en casa.
Hace poco, recibí un correo sobre las diferencias educacionales entre generaciones. Resumiendo, lo que venía a decir es que a todo se le busca una explicación demasiada complicada. Antes los niños éramos buenos estudiantes o malos estudiantes. Y punto. Hoy en día, los profesores -y no quiero criticar la profesión, pues resulta, que el título que está al fondo de mi armario, dice que soy maestra- pierden el tiempo en buscar “cien pies al gato” cuando la realidad, muchas veces por simple es aplastante.
Un ejemplo es mi hija. Tiene trece años y cursa 2º de la ESO. Es una preadolescente tranquila, educada, maneja bien el vocabulario, tiene conversaciones muy interesantes (todo esto no lo digo yo, que no soy objetiva pues soy su madre, son palabras de sus profesores) pero… sus notas dicen que va a repetir curso. Su tutora me ha dado al cabo del año miles de explicaciones. Yo la escucho, pues ella, no quiere -consciente o inconscientemente- hacer lo mismo conmigo, y me desespero.
El problema es que mi hija se aburre. Muchísimo. Soberanamente. Es una persona muy creativa, con un fino e irónico sentido del humor bastante impropio en su edad. Muy madura en algunos aspectos de la vida -la vida no le ha dado otra opción, y ella ha sabido responder- y una “infantil” niña de trece años en otros. Entonces, su tutora lo resume todo en “falta de madurez” y en quizá… estar sobreprotegida por su madre. No me reí por educación. Entiendo que ella no conoce a mi hija fuera de clase -lo mismo que quien lea mi comentario- pero puedo asegurar, que por desgracia -digo desgracia pues no le ha quedado otro remedio- mi hija, es una persona sumamente independiente desde hace muchos años.
El problema… sencillo: No le gusta estudiar. No hay que darle más vueltas, ni buscar explicaciones de diván. La solución: conseguir incentivarla. Que aproveche su creatividad, que la invierta en los estudios. Ofrecerle una educación adaptada a sus necesidades, a su enorme potencial -que lo tiene aunque su boletín de notas de tristeza…- Animar, dar una palmadita de vez en cuando. Venga, tú puedes hacerlo, no decaigas.
Pero… va a ser que no.
Lo bueno… que ella sí quiere estudiar. Su futuro lo vislumbra en Berlín, donde quiere terminar de formarse como diseñadora gráfica. Mala estudiante, pero con las ideas muy claras. Eso, sinceramente me tranquiliza mucho. Aunque seguimos sufriendo juntas con cada exámen.
Excelente Post Juan, me ha tocado el corazón.
Un saludo de una seguidora en la sombra.
Un par de cuestiones sobre este tema. Primero puedo entender que sea difícil a unos padres aceptar criticas sobre sus hijos, pero de ahí a llegar a formular acusaciones de ignorancia, incompetencia y falta de preparación sobre los profesionales que se ocupan de la formación de los niños, uff…
Segundo, si el sistema formativo no es el adecuado para sus niños pueden optar por complementarlo o pagar por uno mejor. Claro que antes habría que tener en cuenta que seguir los estímulos y afirmaciones de un preadolescente al pie de la letra es cuando menos peligroso.
Por ultimo, Juan eres maestro (o al menos eso aparece en tu CV), empresario y emprendedor, has llegado a este punto gracias a una formación imperfecta (seguramente no estarás de acuerdo con la forma y/o contenidos que recibiste en tu época de estudiante), esta generación necesita y cada vez más entender el mundo en el que vive y la base es la educación que recibe. Acaso el mundo en el que vivimos no es fruto de las generaciones formadas en esos sistemas ¿Cómo pretendes que un niño se sienta emprendedor cuándo ni siquiera ha recibido una base completa en su educación? ¿Por reflejo del espejo de su padre? Si mis hijos me dicen que se aburren en el colegio o que no les gusta estudiar entenderé que es lo normal para alguien que se lo cuestiona todo y todo le resulta extraño y que necesita encontrar las respuestas a las preguntas que todos nos hemos hecho en esas edades, pero la clave no son las redes sociales ni la falta de preparación de los docentes, ¿por qué detrás de lo que afirmas no estarás proponiendo dejar de leer a Mark Twin o la Illiada, dejar de conocer la trigonometría o la historia o que significa el teorema de Tales o … ? No estarás proponiendo que con que los niños sepan funcionar con el Twitter, el Tuenti o el Facebook ya tienen suficiente para entender lo que es la vida, no? Además es normal que una hija sienta admiración por su padre, pero de ahí a que se saquen estas conclusiones… Prepara lo mejor que puedas a tu hija para la dura vida que nos espera, pero no la prives de la base educativa ni la cuestiones delante de ella, porque como sabes el mundo es cruel y da pocas oportunidades y más cuando un niño no esta dispuesto a aceptar algo que de mano le requiere esfuerzo y no tiene un resultado inmediato y que además es criticado y cuestionado por sus progenitores.
Adaptemos medios, pero no cambiemos el fondo.
Por favor, un poco de sensatez….